Un Café con el Chato: Aromas familiares con Camilo Velásquez
Redacción: María Adelaida Londoño Mira
Este Café con el Chato, estuvo cargado de aroma dulce y amor familiar, gracias al invitado: Camilo Velásquez Rodríguez, músico, agrónomo, primo del Chato y un experto en café que envuelve con sus saberes y con todas las historias que narra alrededor de este: sus orígenes, los tipos de café, todo el proceso de siembra, cosecha, tratamiento posterior y hasta la mitología que se teje en torno a este delicioso fruto.
“Me has llenado de música desde que nací”, le dice Camilo al Chato, para empezar a recordar qué lo llevó a estudiar agronomía y a formar “Creo en el agro”, proyecto que lidera desde hace 5 años. “Yo siempre agradezco a mi tío Agenor, tu papá, quien desde niño nos llevaba al campo. Nosotros venimos de una familia campesina, el abuelo tenía café en Boyacá. A raíz de situaciones adversas tuvieron que venir a la ciudad, pero mi tío seguía con esa venita del campo, nos llevaba… y todo eso influenció lo que soy ahora, parte de lo que yo hago es en agradecimiento a él, quien nos llenó de mucho amor”, cuenta Camilo con la tranquilidad que lo caracteriza.
En medio del diálogo llegó la música, sonó “Cañaveral” en la voz y guitarra del Chato, “canción que es de las favoritas de mi papá - cuenta el Chato- salió de estar compartiendo con mi abuelita Clema, yo recuerdo mucho que siempre las reuniones familiares terminaban con esa gran historia de lo que era Cañaveral, ese lugar donde vivieron toda su juventud, donde había árboles frutales, donde había mucha naturaleza… y contaban eso con un gran orgullo y con mucha melancolía también”.
“Chatico ahí está la influencia, yo llevo escuchando esa canción muchos años y es una canción de amor al campo, de leña, de ilusiones y recuerdos y eso fue lo que también me fue motivando”, dijo Camilo al finalizar “Cañaveral”.
Y hablando sobre el aroma del café, que transporta a historias pasadas, Camilo empezó a hablar sobre el origen de este fruto en Etiopía y su llegada a Colombia, cuando entraron sólo 5 plantas por Santander y Cundinamarca: “Cuando te ibas a confesar, el padre te ponía, acorde a cómo eras de pecador, tu penitencia, y era sembrar café… ya sabes por qué nos llenamos de café en el país”, contó Camilo sonriendo.
Y siguió la tarde, hablando del amor por el café colombiano, de tips para identificar un buen café y de la importancia del aroma en los recuerdos. Y la conversación llegó a “Creo en el agro”, proyecto que busca mostrar la vida tranquila del campesino a todos: a las personas de la ciudad y los extranjeros. Camilo empezó a llevar a Viotá, Cundinamarca, a amigos de otros países, quienes le decían “Tu país es hermoso, esto no lo encuentras en ninguna otra parte, probaban una guanábana y decían: ‘¡qué es esto tan delicioso, yo no lo conocía!’... y para los campesino es un orgullo presentar sus fincas, empezamos a llevar giras, en estas giras los turistas desayunan lo que nos prepara Doña Helenita”, cuenta Camilo con cariño. Explicó también que después pasan a un momento de catación y barismo, con jóvenes del campo que cuentan su experiencia de vida y los llevan a las fincas donde los campesinos les cuentan cómo es una planta de café, cómo se recolecta y allí pueden probar los granos, “hemos llevado más de 2000 personas, y un porcentaje de los ingresos son para apoyar a los campesinos”, agrega Camilo.
Y yo, que nunca me quedo callada, le pedí a Camilo que contara un mito sobre el café tostado, historia que me contó hace años y que recuerdo con entusiasmo, porque cuando Camilo te cuenta historias, aprendes y las recuerdas siempre.
Este fue sólo el inicio. Por eso, para aprender todo lo que contó Camilo, en su Café con el Chato, hay que ver de nuevo este encuentro, disfrutar y sentir el dulce aroma de estas historias.
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